Siglo XXI: HACIA UNA NUEVA CONCEPCIÓN DE LAS ORGANIZACIONES
Articulo original publicado en catalán el 14/08/2024
La mayoría de las organizaciones en el siglo XXI se sustentan en el conocimiento de las personas que las componen, por lo que uno de los principales retos será la gestión del conocimiento. La gestión del conocimiento no debe ser vista solo desde una perspectiva “clásica”, en la que una o varias personas definen planes de capacitación y desarrollo para los empleados, sino desde una perspectiva más integral y holística de las organizaciones.
Personas cercanas a mí probablemente me hayan
escuchado referirme a una frase de Steve Jobs que dice: “No tiene sentido
contratar a personas inteligentes para luego decirles qué hacer”. Así que uno
de los desafíos para las organizaciones es cómo diseñar y desplegar modelos
organizacionales que fomenten la aportación de conocimiento por parte de los
empleados. Estos modelos, a su vez, deben ser lo suficientemente flexibles para
facilitar que en cada momento surja o se construya el conocimiento más oportuno.
Una visión más integral y holística de las
organizaciones implica concebirlas como un sistema complejo: formado por
personas, pero sobre todo por interacciones. Hay que tener en cuenta que, como
sistema complejo, las normas que lo rigen estarán más cerca de las ciencias
naturales o biología (recursividad, emergencia, autoorganización...) que de las
leyes físicas newtonianas de causa-efecto. Por lo tanto, con un enfoque de las
organizaciones más ecológico que mecanicista.
Una reflexión que aporta Daniel Innerarity en
su libro “Una Teoría de la Democracia Compleja” es:
“Hay un principio general de teoría de las
organizaciones que advierte que el aumento de incertidumbre del entorno exige
un incremento de complejidad del sistema en términos de capacidad de
anticipación y respuesta (Wagensberg, 1985). La complejidad interna del sistema
debe estar en una relación adecuada con la complejidad del entorno (Luhmann,
1970). Los sistemas complejos necesitan una correspondiente arquitectura
compleja de gobierno para su autoorganización.”
El modelo de sociedad en el que vivimos no es
el mismo que el del siglo pasado. Podemos pensar en conceptos como Modernidad o
Sociedad Líquida de Zygmunt Bauman, o el Cambio de Época de Joan Subirats...
Por lo tanto, los modelos organizacionales, tanto en el ámbito público como en
el privado, deberán adaptarse y evolucionar para facilitar la respuesta o
construir nuevas oportunidades en el actual modelo de sociedad que estamos
viviendo.
La visión, intuición y perspectiva de las
personas que dirigen y lideran las organizaciones son importantes para
construir estos nuevos modelos, pero no deben ser imprescindibles para estas
transformaciones. Desde una perspectiva más sistémica, el diseño e
implementación de estos nuevos modelos no puede depender en exceso de una o
pocas personas, sino que debe recaer en la propia organización.
“En el mundo social lo que importa no son los
individuos, sino las interacciones y su correspondiente institucionalización.
(…) No se trata tanto de modificar los comportamientos individuales como de
configurar adecuadamente su interacción, y esa es precisamente la tarea que
podemos designar como inteligencia colectiva. (…) No deberíamos esperar tanto
de las virtudes de quienes componen un sistema complejo ni temer demasiado sus
vicios; lo que realmente debería inquietarnos es si su interconexión está bien organizada,
cómo son las reglas, los procesos y las estructuras que configuran esa
interdependencia.”
(Daniel Innerarity, 2019)
Así que estamos hablando de nuevos modelos
organizacionales enfocados a hacer aflorar el conocimiento de las personas que
forman parte de ellos, modelos que conciban las organizaciones como sistemas
complejos, con todas sus potencialidades y dificultades. Sistemas complejos que
se adapten mejor a la complejidad del mundo en el que vivimos. Modelos que
pongan el foco en estructuras innovadoras, pero sobre todo en las interacciones
de las personas para promover aprendizaje, conocimiento e inteligencia colectiva.
Modelos en los que el peso de las personas que se enfocan en diseñar estas
nuevas arquitecturas no sea un fundamento imprescindible para su estabilidad.
Modelos que respondan al reto de trasladar la visión de las nuevas estructuras
desde una o pocas personas hacia la propia organización.
“Si la primera Ilustración giraba en torno a
la adquisición de conocimiento para el progreso individual y social, la segunda
Ilustración debería apuntar a un nivel más amplio del aprendizaje, a la
inteligencia de las organizaciones y a las instituciones, a las formas
organizadas de inteligencia colectiva.” (Daniel Innerarity, 2019).
Interesantes retos en la concepción de las
organizaciones en el siglo XXI, ¿avanzamos?
Innerarity, D. (2019). Una teoría de la
democracia compleja. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
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