SI "LA ENERGÍA NI SE CREA NI SE DESTRUYE", ¿CÓMO PODEMOS ORIENTARLA HACIA LA MEJORA DE DINÁMICAS ORGANIZATIVAS?

 


Artículo original publicado en catalán el 28 de marzo de 2023


Albert Einstein decía que, si buscamos resultados diferentes, no podemos hacer siempre lo mismo.

En las dinámicas organizacionales, ya sean individuales o colectivas, a veces detectamos maneras de actuar, de trabajar, de relacionarnos que no son las más idóneas, que no son buenas y no hacemos nada al respecto, no actuamos.
Podemos ver esta actitud de no actuar desde una mirada crítica, "quejándonos" de la persona, personas o incluso de nosotros mismos, porque no hacemos nada. Pero prefiero verla desde una perspectiva curiosa y comprensiva, intentando entender por qué sucede esto.
Este cambio de mirada es lo que propongo realizar, relacionándolo con la frase de Albert Einstein, para obtener resultados diferentes que contribuyan a mejorar dinámicas organizativas.
Antes de seguir, quiero contextualizar desde qué ámbito de conocimiento comparto las reflexiones que expondré a continuación. Tal como apuntaba en el último artículo que publiqué: "Conocimiento colectivo: de la reflexión a la acción", citando a J. Gairin, el conocimiento es como la "mochila" que acumulamos las personas con nuestras percepciones, experiencias educativas y experiencias vitales; acumulamos conceptos, ideas, sentimientos, frustraciones, puntos de vista, etc. Así pues, las siguientes reflexiones provienen principalmente de experiencias, ideas, conversaciones compartidas y también de algunas lecturas.
A menudo, la sensación que tengo es que la persona o equipo que están inmersos en dinámicas que no son las más adecuadas, las sienten "tan grandes" que las encuentran inalcanzables. Esta sensación de "tan grandes", muchas veces se debe a dinámicas enquistadas desde hace mucho tiempo, en las que también operan suposiciones sobre lo que piensan las personas unas de otras, y que muchas veces se quedan en el plano de suposiciones.
Ante dinámicas que sería interesante que pudieran cambiar, porque lo que aportan no es positivo, intento prestar atención a cuál podría ser el momento y qué podría ser aquello que sirviera de "excusa" para que se llevara a cabo un cambio. Es como si buscáramos esa pequeña grieta a través de la cual se pudiera generar un cambio de inercia en dinámicas antiguas.
Partiendo de que "en esencia cualquier emoción constituye un impulso que nos moviliza hacia la acción" (Goleman, 1995), me doy cuenta de que a veces, emociones o sentimientos "negativos", como podrían ser la rabia o el enfado que sentimos en un momento determinado, podrían ser esa grieta, ese catalizador.
Estos pueden ser los que nos faciliten poder llamar a las cosas por su nombre y poder compartir con otras personas aquello que creemos que no está funcionando como debería.
Sería como transformar la energía que sentimos en una energía transformadora de dinámicas enquistadas. Pero ¿cómo lo hacemos?
Propongo a continuación algunas ideas que, desde mi punto de vista, podrían ayudar:

  • No quedarse con esa emoción o sentimiento para uno mismo, ni compartirlo únicamente con aquellas personas afines a nosotros que nos darán la razón o que directamente lo avivarán.
  • Intentar entender el porqué del sentimiento negativo que sentimos, hasta llegar al verdadero motivo. Aquel que probablemente sentimos como un "ataque" a uno de nuestros valores más profundos: valores que nos mueven a hacer lo que hacemos, que nos conectan con nuestro propósito vital o profesional.
  • Compartirlo directamente con aquella o aquellas personas que tendrán que participar en buscar la solución: ya sea porque tienen una responsabilidad en ese ámbito en la organización o porque directamente forman parte de esa situación.
  • Compartirlo "haciéndolo bien". Para ello, algunos aspectos en los que valdrá la pena prestar atención serán:
    • Buscar el lugar adecuado, un espacio que sintamos "seguro", tranquilo...
    • Tener el tiempo adecuado: hay conversaciones que no pueden quedarse a medias.
    • La posibilidad de que haya una persona que facilite esta conversación.
  • A la vez, será interesante enfocarnos en intentar llegar a compromisos entre las personas que participen en esta conversación. Compromisos con la voluntad de transformar situaciones enquistadas que no aportan a una buena dinámica organizativa, ni nos hacen sentir bien cuando las experimentamos.
    Probablemente, será a través de la conciencia de emociones y sentimientos, transformando su energía hacia conversaciones también conscientes, que plantemos la semilla para ir cambiando dinámicas organizativas enquistadas que ya no aportan, hacia nuevas dinámicas más sinceras, cohesionadas y alineadas con los objetivos y propósitos tanto de las personas individualmente como de los equipos y en definitiva de toda la organización.
    Así pues, si "la energía ni se crea ni se destruye", ¿podríamos orientar la energía de nuestras emociones hacia la mejora de dinámicas organizativas?

Escrito inspirado en conversaciones mantenidas con Lluís Marco, de Hobest.


GOLEMAN, Daniel. (1995). La inteligencia emocional. Editorial Kairós.


 


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