ORGANIZACIONES: EL RETO DE LA TRANSFORMACIÓN

Articulo original publicado en Catalan el 19/06/22 



“No vivimos en comunidades homogéneas ni deberíamos aspirar a las unidades enfáticas ni a los consensos absolutos. Son cosas imposibles y aunque sólo fuera por eso mismo, situaciones que no tiene sentido desear”.  Daniel Innerarity afirmaba esto en su artículo sobre “La sociedad de las brechas” (La Vanguardia, 30/04/22).

Esta reflexión me sugiere pensar en las organizaciones como comunidades: no podemos esperar que las organizaciones sean sistemas calmados donde se den consensos absolutos. Esta idea se convierte en un reto mayor en entidades que se enfocan a trabajar con modelos organizativos participativos y democráticos: modelos de gestión que se basan en la toma de decisiones compartidas, reparto y democratización del poder, en la autogestión y la autoorganización entre otras características.

En cualquier organización, existen diferentes puntos de vista respeto a cómo hacer las cosas, cuáles son las mejores decisiones que tomar, cuáles son las formas en que debemos relacionarnos... Estas diferencias son intrínsecas a cada una de las personas que forman las organizaciones, por las propias experiencias de vida, por cultura, por formación, por intereses...

Se dice que en la diversidad está la riqueza, pero quizás sería más adecuado decir que en la diversidad existe el potencial de la riqueza. Y como en cualquier potencial también está el reto.

Generalizar siempre es peligroso, pero organizaciones que se rijan por modelos organizativos jerárquicos, esta diversidad no será ni un riesgo ni una oportunidad o potencial: no será un riesgo ya que "no se espera" que las personas se desplieguen con todo su potencial y diferencias para contribuir al propósito de la organización, sino que se espera que cada uno "haga lo que le toca hacer". A menudo, incluso buscando uniformizar y minimizar al máximo las diferencias entre personas, para que la organización siempre responda igual haya quien haya en ese momento.

Nos encontramos sin embargo en un momento de grandes retos, en un entorno de complejidad, de incertidumbres y más que de velocidad, vivimos un momento de aceleración.

Leemos, vemos, sentimos, vivimos cambios constantes y una alta necesidad de adaptabilidad, de flexibilidad, de resiliencia y también de agilidad... A nivel laboral, parece como si estos cambios constantes, necesidades, oportunidades, retos nos abocan a un ritmo de trabajo poco sostenible... y lo más preocupante es que mayoritariamente no sabemos cómo frenarlo... (últimamente tiendo a recordar (o recordarme) que “no olvidemos que estamos viviendo” ... mientras seguimos ese ritmo ...).

Mi intuición, aunque la intuición es poco científica y por tanto puede dar poca confianza, es que estamos llegando al final de una era en la forma de trabajar y todavía no sabemos cuál será la siguiente.

En este “no sabemos” probablemente se deba a que las nuevas experiencias organizativas que ya existen o que están naciendo, están en fase de convertirse, sin ser conscientes de la necesidad ya de existir. He de deciros que existir, ya existen.

Estas nuevas experiencias organizativas aparecen como respuesta de una necesidad a trabajar diferente, pero todavía es difícil “modelizar” qué tipo de organización son o serán.

En la sociedad del siglo XXI, con los cambios y disrupciones que hemos vivido y que viviremos, las organizaciones tendrán que convertirse en entes diferentes.

Para seguir avanzando hacia este camino, necesitamos personas, organizaciones, incluso marcos legislativos, que empujen hacia el cambio pero que a la vez también velen por tangilbilizar, ordenar, poner metodología, cuando sea posible, para que la transformación en modelos organizativos arraigue más rápido, de forma clara y firme, y que la lluvia y el viento que nos vayamos encontrando contribuyan a regar y hacerle crecer, más que ponerlo en peligro de desaparecer.

Para cerrar esta pequeña reflexión, tomo de nuevo un párrafo del artículo que me inspiraba al principio en lo que dice que 

El tipo de gobierno que está requiriendo esta sociedad de las brechas exige mirada amplia, visión de conjunto, una nueva cultura institucional y organizativa".

 


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