INTERRELACIONES Y CULTURA ORGANIZATIVA
Artículo original publicado en Catalan el 03/07/2022
En la construcción de modelos organizativos participativos y democráticos, nos basamos, entre otros aspectos, en el empoderamiento de los trabajadores y equipos para generar este cambio en la forma de gestión.
Trabajamos para descentralizar el
poder y la toma de decisiones, de manera que aquellas decisiones que afectan
directamente a los equipos sean tomadas de manera autogestionada,
participativa, democrática y descentralizada. Buscamos que los equipos
evolucionen hacia la autoorganización del trabajo.
Nos enfocamos en construir
modelos de gestión más participativos, avanzando también hacia una cultura
organizativa democrática.
¿Qué entendemos por cultura
organizativa? Sin querer hacer una "definición de libro", podríamos
definir la cultura organizativa como el conjunto de valores, actitudes y formas
de hacer que impregnan a las personas que trabajan en una organización, y, por
ende, a la organización en sí misma. Por lo tanto, es ese sustrato intangible
que une a los trabajadores y equipos dentro de una organización. También
podríamos referirnos a ello como el ADN de la organización.
Si nuestra intención es que las
organizaciones se transformen hacia modelos de gestión más participativos y
democráticos, entonces para un cambio de cultura organizativa no podemos
centrarnos únicamente en el empoderamiento de las personas y equipos. También
debemos enfocarnos hacia esa capa invisible que los conecta: la cultura. Lo que
une, "lo inter", las interrelaciones, la interconexión, lo
intergeneracional... lo común.
De lo contrario, correríamos el
riesgo de fomentar el individualismo organizativo. Como apunta Marina Garcés en
su libro "Un mundo común": "Desde las ciencias físicas y
sociales, desde la filosofía y los movimientos sociales como la ecología o el
feminismo, se trabaja desde hace décadas para recomponer una visión del mundo
que priorice los vínculos de interacción y dependencia por encima de los
valores de autonomía y autosuficiencia que había exaltado el individualismo".
Por lo tanto, creo que es
importante tener presente la importancia de lo común y, sobre todo, estar
atentos a que los modelos organizativos participativos y democráticos no
fragmenten la cultura organizativa.
Confieso que escribo esta
reflexión sin tener aún una idea clara de cómo fomentar lo común, la cultura en
las organizaciones que se rigen por modelos de gobernanza democrática. Pero sí
tengo claro el desafío de no olvidar ni menospreciar dónde debemos enfocarnos:
¿cómo fomentamos esta cultura? ¿Cómo hacer conscientes de la importancia de
construir estas interrelaciones organizativas? ¿Y cómo tejemos y reforzamos
esas relaciones?
Podemos entender las
organizaciones como ecosistemas. Hace tiempo leía una entrevista a Peter
Wohlleben, un ingeniero forestal alemán experto en bosques y árboles, en la que
afirmaba que los árboles están conectados no sólo en su comunicación, sino
también en el cuidado mutuo. Y al igual que sucede en las especies animales,
los grandes cuidan de los pequeños.
Con esta idea, me pregunto: ¿cómo
podemos fomentar el cuidado mutuo entre los trabajadores, los equipos grandes y
pequeños de las organizaciones, nutriendo el subsuelo, las interconexiones, la
cultura, pero desde una perspectiva feminista y no paternalista de las
organizaciones?
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